lunes, 20 de febrero de 2012

1:00 am (reflexiones)

Siempre lastimamos a quien más queremos, parece ser una regla infalible de ese juego al que llamamos amor.
Nos vemos a los ojos, día con día.
Nos tocamos, sonreímos,
nos queremos sin saber como ni por qué.
Nos exigimos, nos culpamos, es tan fácil.
Tenemos miedo de no estar juntos.
Tenemos miedo de estarlo.
Tomar el riesgo y no tomarlo.
Permanecer inmóviles, no hablarnos franco.
Cuando queremos llorar, gritamos.
Cuando queremos gritar, no hablamos.
Al final, confundidos ya no decimos nada.
Entonces, los malentendidos, los
"tú no hiciste"
"yo no dije"
"no te importa"
"no me escuchas"
y sus derivados.
Intentos asquerosamente inútiles por revelar la verdad aparentemente inestimable.
¿Por qué será tan difícil ceder?
¿Por qué tan difícil decir "te quiero"?
¿Por qué es tan difícil mirarnos a los ojos y entender, cuando sabemos exactamente lo que el otro está diciendo?
¿Por qué será tan difícil llegar a un acuerdo?
¿Por qué será más fácil mentir?

Siendo honestos,
sabemos exactamente que es lo que queremos.
Tenemos tanto miedo a perder.
Tan ciegos que no nos damos cuenta
que al final, el que no arriesga no gana
aunque el que apuesta pierde
pero el que no juega, al final, no tiene nada
porque nunca tuvo nada en primer lugar.

No hay comentarios.: