jueves, 19 de marzo de 2009

Desorden

Son ráfagas de cotidianeidad que pegan fuerte, golpean primero en las rodillas como probando los reflejos y cuando te encuentras sobre el piso proceden a destriparte de tajo. Desde el colchón el mundo tiene una horizontalidad alfombrada y rugosa, la ropa está tirada en el piso, siempre me ha recordado a mí misma: de varios colores, arrugada y quietecita, esperando por ser acomodada, organizada por forma y tamaño, clasificada y encerrada. Ahí estamos la ropa y yo inmóviles, entonces aparecen los libros: abiertos, cerrados, regados por todas partes, de todos los tamaños. Hacen fila de uno en uno para golpear mi conciencia y ver si se pierde, si en una de esas se asusta y se va corriendo. Pero ahí sigue mi ser inerte, la cabeza en el colchón y la horizontalidad de una tarde sin lluvia, en la que cualquier otra persona podría ser feliz. Yo no. Yo no, porque la ropa está tirada y los libros de uno en uno van golpeando mi cabeza… así no se puede..

1 comentario:

Fery dijo...

Hace mucho no leía tu blog: te extraño y eres el amor mítico de mi vida :) me enamoras con cada palabra que escribes, esta vez especialmente con horizontalidad, qué bonita palabra.