jueves, 19 de marzo de 2009

Minutos

Hay luces que mitigan el alma mientras que los relojes la miden, ahora vale 24 minutos y tú te vas porque te resulta muy caro quedarte a charlar conmigo. Lo llamamos depresión por ponerle un nombre a este estado de inactividad y falta de pasión, pero no es depresión, es identidad, es existencia. Es la devaluación de mi alma tirada en la cama junto a las almohadas que me abrazan en tu lugar. 25 minutos. Es la crisis económica me dices, y yo entiendo, me callo y me enrollo en las sábanas, no quiero hablar al respecto. 25 minutos que no estás dispuesto a gastar en verme llorar porque te parece una pérdida de tiempo y me pregunto, esperando que respondas por mí y no llega porque ahora vale 26 y se incrementa más rápido de lo que ninguno de los dos podemos costear, crece a cada segundo, ahora mide 26 y medio, imagínate. Pero eventualmente llega a 60 y vuelve a 0 y entonces me quieres de nuevo, con una sonrisa en mi rostro, pretendemos que la vida va bien, que no pasó nada, que me amas incondicionalmente y sólo un poco más cuando empieza la mañana o cuando termina la noche. Pero no hace falta que digamos nada porque ahora mide 10 minutos y ya te parece demasiado ancha, entonces no me queda nada más que hacer que regresar y consolar al alma que se quedó en la cama enrollada en las sábanas y quitar de una en una las almohadas que se burlan calladas para hacerme espacio y abrazarla, ahora mide 12 minutos y tú me dices que engordé. 13, 14,15 y 16. Para cuando llega a 20 ya no me quieres.

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