martes, 7 de septiembre de 2010

un martes común y corriente

Di vuelta en la esquina, en ese momento me percaté de que había olvidado de donde venía y hacia donde iba, no podía recordar que hacía ni que pensaba, no sabía de quien eran las piernas que se movían bajo mi mirada y no encontraba forma alguna de relacionarme con ellas, había perdido mi cuerpo, había olvidado todo. Me sentí loca.

Vi el autobús y las cosas empezaron a caer lentamente a sus respectivos lugares, reconocí las piernas como mías, el sabor a café me recordó a una amiga y, en el vaivén de mi mochila, encontré la certeza de que la vida es tan efímera y tan breve como caminar una cuadra. Como dar vuelta en la esquina y no saber quien eres.

2 comentarios:

K dijo...

pretty viki

amnesiac dijo...

Me ha pasado, y no por mi mala memoria, si no por esa despersonalizacion de la que uno es victima ocasionalmente. Pero al igual, me es agradable por un segundo sentir ajena la vida.

Y si, es tan efimera como los pequeños momentos que la van tejiendo.