sábado, 11 de diciembre de 2010

Breathe

Me gustaba sobre todo recostarme en su pecho, no tanto por el sentimiento que me daba de que nada en el mundo pudiera ir mal sino por la simple seguridad que me dejaba el escuchar el ritmo de su corazón y de sus pulmones. Me encantaba recargar mi oído en su pecho y comprobar con cada latido que estaba vivo, que todo esto era real, me gustaba sobre todo escucharlo acelerarse cuando lo tocaba y volver a la normalidad cuando se me ocurría romper el silencio. El no podía decirme que me quería pero los latidos me lo decían todo.
“Podría pasar toda mi vida así.” – pensé, simplemente escuchando su respiración, su latir, simplemente comprobando con cada segundo que estaba vivo podía ser feliz. Claro que podía. Era así de fácil.

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