jueves, 21 de febrero de 2008

Ya no eres nada

Si las calles pudieran verme ahora. Debajo del cielo gris donde las lágrimas y la lluvia son solubles con la luz de la ciudad. Si pudieran escucharme ahora, si yo pudiera volver a perderme entre las líneas punteadas.
Ya no soy la misma persona.
No volveré al abismo ni cruzaré avenidas deseando no llegar al otro lado. El viento tiene razón, es hora de crecer pero las calles lo miraron con desprecio.
La ciudad siempre vio dentro de mí, reconoció los sentimientos urbanos, me clasificó como una más. Nunca me gustó ser común, nunca me sentí tan estúpida.
La casa no tuvo nada que ver; fueron los edificios y la presión atmosférica los que me dieron una forma más o menos definida. Y aunque suene absurdo, con el humo del cigarro respiré mejor.
Tal vez fue el color gris del barrio de la razón lo que se mezcló con la sangre y me ayudó a entender que quería, pero sé que no tuviste nada que ver. Fuiste una sombra en el día, hoy el roce de tu oscurdiad no me afecta en lo absoluto.
Mis botas contra el asfalto, mis ojos contra los tuyos.
Ya no puedes lastimarme.
Jamás volveré a pelear contigo, no vales la pena. Algún día lograste dividirme pero en tu ausencia el ruido de los carros volvió a unirme. Soy más fuerte.
¡Ya no eres nada! le grito a la noche una y otra vez, aquí es donde me despido. El viento y yo emprenderemos el camino de plomo y de acero, cuando vuelva a ver de frente aquel hoyo negro simplemente lo pasaré de lado.
Voy a encontrar mi vida lejos de la tuya y de tus ideas de perfección en las que nunca encajé. No cicatrizo rápido pero las heridas sanarán y volveré a casa.
Cuando vuelva a ver de frente aquel hoyo negro simplemente lo pasaré de lado.

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