sábado, 6 de septiembre de 2008

4 de la mañana

Despegué mi cara de la almohada pero tu voz seguía aferrada a mi pelo, callendo junto con mechones sin ningún orden, sin rumbo fijo.
Ya no puedo dormir.
Los verbos no tienen un lugar en el tiempo y mi pluma no fija una hora en la cual despertar, es la tercera noche que me encuentro a mi misma sentada frente al escritorio escribiendo de ti.
Has llenado el vaso encima de mi cama y sin que yo me percatara me tomé tus frases, me inunde de ideas. Creo que ya formas parte de mí. Ahora tus palabras se acuestan conmigo y tu mirada acaricia mi piel.
A veces desgarra por dentro.
Te volviste el aire de una habitación pequeña, las letras se pierden en el vacío y ya no puedo dormir.

No hay comentarios.: