jueves, 16 de octubre de 2008

No hay fin

Tal vez sea simplemente el día, hoy... y ayer, antier y mañana. Tal vez sea simplemente la humedad de una tormenta que se rehusa a caer, o tal vez nada más soy yo.

Me gustaría pensar que en una vida pasada fui un ser bello, estéticamente agradable. Un sauce verde en un valle perfecto, la última flor que resisitío al invierno, una canción de esas que se quedan adentro y se repiten una y otra vez. Pero yo sé que no.

Si no existieran espejos igual lo sentiría, y es que consiste en algo que va más allá de simplemente ver. Se siente la piel pesada, mi cuerpo se pinta en el epitalamo y comprendo mi figura como asquerosamente amorfa. Y siento mi cintura ancha, mis piernas cortas y gordas y mis brazos me estorban. No entenderías hasta no sentirlo, sentir el asco que viene con cada furtiva mirada al espejo, con cada retoque de maquillaje que inutilmente intenta hacerme entender que nunca me veré bien.

Si me pregunto porque, sé que viene más allá de la superficialidad, yo nunca leí revistas de moda... pero la belleza es algo que está ahí, que siempre ha estado ahí para contemplarla y desearle, para que yo no la alcanze nunca.

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