martes, 25 de marzo de 2008

Cuento Express

Hace tal vez algunos años, no creo que hayan sido muchos, solía hacer excusas estúpidas como cualquier niño para salir de clases. En ese entonces era una niña con muchos problemas y sin embargo los maestros me querían bastante.
Pero yo salía de clases con un propósito muy diferente al que tenían los demás niños, no iba de salón en salón para conversar con mis amigos y tampoco iba al intento de tienda que solía vender paletas heladas que sabían sólo a agua con azúcar. Yo me escondía debajo de las escaleras a charlar con una sombra.
Fue curioso como la conocí, un día sin más me dirigía al baño y la vi pasar juguetona, corría por los pasillos y saltaba cantando canciones que en ese entonces no tenían ningún sentido pero ahora que las recuerdo creo que entiendo lo que querían decir. La perseguí hasta que se detuvo debajo de las escaleras y me preguntó porque demonios la seguía y le dije la verdad; no tenía absolutamente nada más que hacer.
Era una sombra como cualquier otra, en realidad no tenía nada de especial, nada más que era demasiado pequeña, exageradamente chiquita, como si fuera la sombra de un enano. Al principio pensé que venía de algún sueño y que se había perdido aquí, eso me ocasionó mucha tristeza; si yo fuera una sombra, que tal vez lo soy, el lugar en el que NO querría perderme sería este pero la sombra era feliz
o al menos eso parecía la mayor parte del tiempo.
Me enseñó a moverme sigilosamente, a espiar a la gente y brincar sin motivo alguno, cuando por fin encontré valor o le agarré confianza pues no me acuerdo bien que pasó primero, le pregunté que diablos hacía aquí, me dijo que buscaba a una niña por que ahí tenía que vivir. Me pareció completamente ridículo, sin embargo le ofrecí que se quedara conmigo. La verdad es que le había agarrado cariño y no soportaba la idea de que viviera con alguna otra persona.
Sí, platicábamos mucho; la mayor parte del tiempo hablábamos de cosas que para las personas no tenían ningún sentido, eso me causó problemas pero la sombra era muy inteligente, nuestras pláticas eran entretenidas. Una vez me dijo que el universo podía caber dentro de la garganta de un gnomo porque las cosas no son lo que parecen ni nosotros somos tan grandes como pensamos que somos, en realidad somos muy pequeñitos.
En fin, ella nunca quiso vivir conmigo, así que nuestros encuentros se limitaban a esos pocos minutos en los que yo podía escabullirme de clases para estar con ella empecé a pasar cada minuto que tenía libre con ella, tal vez por eso no tuve amigos de infancia. La gente empezaba a tenerme miedo porque me veían hablar sola, bajo las escaleras de un edificio demasiado ruidoso como para tener una conversación decente pero así pasé la primaria; el último año antes de pasar a secundaria tuve que despedirme de aquella sombra a la que tanto había amado, mi única amiga de alguna forma
Pasaron muchos años, crecí mucho y después descrecí un poco, pero cambié y me torne irreconocible para todos aquellos que conocieron a la niña de lentes enormes que se escondía tímida a la hora del recreo y que se reía sola. Había cambiado tanto que los niños que se burlaban de mi ahora me miraban indiscretamente de arriba abajo como buscando algo que se les hubiera perdido. Yo ignoré a todos y seguí por la vida, caminando por las calles a veces sola y a veces acompañada de alguna otra alma que buscara en las esquinas un pedazo de alguna promesa de felicidad
Hace unos cuantos días crucé una de esas esquinas y la vi ahí, no había duda alguna, era la sombra que yo extrañaba tanto y que ahora se abrazaba con fuerza a la pierna de una niña. Cuando me acerqué, naturalmente, no me reconoció pero en ese momento estaba tan sorprendida que en realidad no me molesté, me senté al lado de la niña y le pregunté si jugaba a algo en especial. Me dijo que hablaba con su sombra. Iba justo a decir algo pero ella me interrumpió enseguida, me miró muy seria y me preguntó:
"¿Verdad que el universo no puede caber dentro de la garganta de un gnomo?" me reí muchísimo y cuando volví a ver su cara perpleja le contesté
"Eso depende de que tamaño sea el gnomo."

1 comentario:

fery dijo...

jajaja cuando estaba chiquita siempre quise tener un gnomo de jardin y un flamingo muy rosado pero no tenía zacate. También tenía una amiga imaginaria. Te amo mivi; estoy enojadísima con las mujeres hoy.